Una de mis conversaciones favoritas con conocidos y desconocidos es sobre deportes, de cualquier tipo, me encanta verlos, leo mucho sobre ellos, los conozco, pero, sobre todo, es un tema que me apasiona.
Eso lo aprendí desde la cuna, porque crecí con un papá fanático de los deportes, pero que también es una enciclopedia deportiva andante. En casa lo mismo veíamos desde un partido de soccer, uno de béisbol o un juego de tenis, hasta la Copa del Mundo o los Juegos Olímpicos de verano o invierno y ni se diga de los domingos de NFL, porque si de algo somos fanáticos como familia es del futbol americano. Para mí y mi familia, el deporte siempre ha sido parte de nuestra vida.
Es esta pasión deportiva la que me hizo escribir este artículo, y aunque en el pasado practiqué diversos deportes, ahora lo comparto desde el punto de vista de espectadora.
Como todos sabemos, la industria del deporte es millonaria, constituye un negocio enorme que abarca desde la venta de souvenirs deportivos hasta la de derechos de difusión y patrocinio, tan es así que, de acuerdo con la firma KPMG, el valor del mercado global de la industria del deporte es de 700 mil millones de dólares anuales.
Sin embargo, más allá del negocio que representa, a los también llamados “sportsfans” nos brinda una serie de beneficios. Daniel L. Wann, autor del libro “Fanáticos del deporte: La psicología e impacto social de los espectadores” menciona, entre otros, que los fanáticos del deporte son activos socialmente, es decir, menos solitarios, tienen una mayor autoestima, además de que experimentan un aumento de los niveles de energía cuando gana su equipo.
Por su parte, Sian Beilock, profesora de Psicología en la Universidad de Chicago, asegura que mirar un deporte mejora las habilidades del lenguaje cuando se trata de debatir sobre éste. Tras analizar a un grupo de aficionados al hockey, observó que la región del cerebro que se asocia normalmente con planear y controlar acciones se activa cuando escuchan conversaciones sobre ese deporte, por lo que su investigación sugiere una fuerte conexión entre la mente y el cuerpo, de esta forma al estar sentado en un sillón viendo un partido, el cerebro en realidad está jugando en cierta forma.
En lo personal, ya sea desde mi casa o asistiendo al estadio, este espectáculo me motiva a disfrutar, a compartir con la familia, amigos o incluso con desconocidos seguidores del mismo equipo; además, gritar, saltar o aplaudir da una sensación de placer y felicidad, adicional al optimismo que genera la adrenalina de ver cualquier deporte. Pero más allá de eso, lo mejor de todo son las vivencias y anécdotas alrededor de cada evento deportivo y, sobre todo, las personas con las que las compartes.
Aunque sé que cada vez somos más mujeres que vemos, disfrutamos y nos apasionamos con los eventos deportivos, invito a aquellas que no están acostumbradas a hacerlo; como les digo a mis amigas y conocidas, dense la oportunidad de sentarse con sus amigos sportsfans a disfrutar de este espectáculo, a divertirse y contagiarse de la pasión que nos caracteriza a los locos espectadores de los deportes.
Tengo tanto que compartir alrededor de la pasión por el deporte y lo que es esta industria, que los espero en FIKA Magazine para seguir hablando del tema.